He llegado al jardín de mis recuerdos y he cortado veinte
flores de colores, entre el gris y el negro, y he comenzado a deshojarlas
pensando en ti.
Por cada pétalo ha brotado una imagen y dos lágrimas, por
cada tallo un clavo de mi ataúd, por cada espina dos maderas de pino, curvadas,
impregnadas de muerte. Del cáliz salieron tres tábanos que taladraron mi piel e
hicieron que saliera una sangre negra y contaminada.
Después llegó mi hada, y le dio color al panorama, me abrazó
y me besó, y mientras ponía su mano en mi entrepierna, me susurró al oído:
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