domingo, 7 de febrero de 2021

El final

 El techo me mira fijamente y me habla. Hoy no me va a dejar dormir. Ni después de cuatro tilas bajan las pulsaciones ni las taquicardias. Hasta la boca se reseca y las cuerdas vocales se enredan haciendo nudos que ni Houdini sería capaz de deshacer. Ya no hay palabras. Solo silencio. La cabeza se dobla mirando al suelo ante la inexorable realidad: Somos un fuimos. 

Y resbalan lágrimas pensando que pudimos ser y no fuimos, que jamás seremos. Que lo dimos todo y perdimos, incluso a nosotros mismos. La lluvia que nos mojaba hoy era de plomo, y nos pesaba. Nos hundimos en el cieno pétreo de una ciudad impersonal. Ahora el sabor amargo en las papilas, la carga eterna del odio propio y la culpa, el dolor escrito con tinta por cada uno de nuestros tatuajes. El corazón y la daga, la frase de Ovidio.

Pensar que esto es un escollo, que hay pasos detrás, recordar con mimo todos y cada uno de los buenos momentos que nos hemos regalado, y no olvidarlo. Sobre todo eso, no olvidarlo. Y prometerme no odiarte jamás porque una parte de mi corazón, ha sido, es y será tuyo. 

...lo más triste es saber que las meigas tenían razón...




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