Me cansé de tirar del carro y decidí bajarme del mundo, los
varazos en el lomo y los golpes en las costillas dejaron de tener efecto. Las
voces no me asustaban. Los latigazos ya no dolían. Las orejeras cayeron al
suelo y me dejaron ver los colores de la luz, una tan intensa que casi cegaba.
El yugo ya no pesa, ni el barro pegado a mis cascos. La
libertad se viste de aire y voltea mis crines trayendo relinchos y rebuznos,
sopla dientes de león mientras sueño todo aquello en lo que quiero convertirme.
Quizás no me salgan alas, quizás no se torne mi piel plomiza
del color de las nubes, quizás mañana no sea lunes…
"¡Qué más da! Voy a pelar... Hasta que mis puños puedan" (Silencio Absoluto)
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