Que venga un temporal y borre todos tus miedos.
Que la lluvia barra de tu piel todo el dolor.
Que los truenos ya no te aterren.
Que sean los relámpagos quienes iluminen tu camino en
medio de la oscuridad.
Que sea el viento quien seque tus lágrimas.
Que tu voz ruja fuerte en la tormenta, gritándole al
mundo que sigues de pie.
Que el barro no se pegue a tus zapatos, ni se hunda bajo
tus pies.
Que tu piel se vuelva adamantina y el frío no se adhiera
a ella.
Que los temores salgan huyendo despavoridos al escuchar
tus pasos firmes y decididos, y que sólo caminen hacia tus objetivos.
Que aprendas a la fuerza la importancia del “yo” y del “mí”.
Que encuentres una línea de vida en los desfiladeros más
peligrosos.
Que tengas suerte.
Y yo seguiré aquí, sonriendo bajo la lluvia, con el alma
cosida a balazos, la tez ensangrentada, manchada de hollín, viéndote caminar
hacia adelante. Sin inmutarme, porque en ese camino el dolor y amor me
enseñaron a vivir.
"Y después de intentar cambiar
arrancándome los lunares de la piel,
sabiendo que ya no hay nada que perder,
terminar sonriéndole
al espejo como acto de fe".
(Arri)
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