martes, 16 de octubre de 2018

3 a.m.

Y salimos del bar en mitad de la tormenta, sin paraguas, sin complejos, sin apenas remordimientos.

No corrimos a los soportales, caminamos bajo la lluvia saltando sobre los charcos, intentando lavar el alma, vaciar la mochila del pasado, resetear la mente y curarnos el alma. Deseamos que se nos calara la ropa para tener excusa para subir a casa. Jugamos a quitárnosla con prisa, a modernos, a besarnos, a tatuarnos las caricias en la piel, a quedarnos pegados por el sudor mientras follamos, a dormir abrazados, fingiendo que nos daban miedo los truenos y los relámpagos.

Nos despertó la mañana, con el sonido del viento que arrastra las semillas de los dientes del león y las pestañas sopladas, con el silencio que construyen los deseos de madrugada...

Y no tuvimos miedos, remordimientos, ni complejos, para decir "no te marches", ni contestar "yo me quedo". 

Qué bien te queda el vestido de escarcha - Vito.




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