Cuando te acuerdes de mí será ya demasiado tarde.
Los gatos maullándole a la luna, el fuego en los pies, la
escarcha en el alma, y darse cuenta en ese mismo instante del valor de los
pequeños gestos. El beso en la frente y la taza de chocolate caliente al llegar
con la nariz congelada y los copos de nieve entre el cabello defenestrarán las
últimas botellas de Moet en aquel garito pijo.
Cuando te acuerdas mí, es ya demasiado tarde
.
Los perros ladrando mi nombre, los gatos ronroneando el
tuyo. Recordando los yermos páramos del amor, donde sólo follábamos, como
delante de aquel espejo, como atada a aquella cama de pies y manos, vendada y
sensitiva. Cuando los mordiscos no dejaban cicatrices, ni los arañazos en la
espalda, y jugábamos a ser dioses griegos entre las sábanas.
Cuando te acordaste de mí, fue ya demasiado tarde.
Puse tierra de por medio, vacié en los ríos la tinta de mis
venas y dejé que éstos te cantaran mis últimos sonetos. Por este bufón del tres
al cuarto, disléxico de emociones hasta que te vio, por este contable de
latidos perdidos, por este payaso cuya máxima aspiración en la vida no fue
robarte un beso, sino sacarte una sonrisa.
"Y enterrar a tres metros bajo el suelo, en una caja la pena y el miedo" - (Noprocede).